¿Cómo se relacionan la ansiedad y el Apetito?

Las personas con ansiedad experimentan cambios en su alimentación. Unos comen mucho mientras otros dejan de hacerlo porque existe una relación estrecha entre ansiedad y apetito.

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¿Por qué la ansiedad altera el apetito?

Cuando el trastorno se presenta, el cuerpo humano comienza a liberar las hormonas del estrés cómo respuesta ante una posible amenaza. Estas nos ponen en un estado de alerta, preparándonos para afrontar una huida o, por el contrario, con el objetivo de luchar.

Es una reacción totalmente instintiva. De hecho, se desarrolló hace miles años, cuando el humano se debía enfrentar a depredadores. Una de las hormonas liberadas es la corticotropina, que nos sirve de defensa ante los virus y está asociada a la pérdida del apetito.

Asimismo, se presentan otros síntomas de ansiedad relacionados con el sistema digestivo. El estreñimiento, las náuseas, la diarrea y la indigestión son los principales. Esto es consecuencia de la rigidez de los músculos al prepararse ante una eventualidad. Al sentir alguno de ellos, lo más probable es que las personas no tengan ganas de ingerir ningún alimento.

Por su parte, el cortisol que también es producido en estos casos, aumenta el ácido gástrico con la finalidad de digerir más rápido los alimentos y así almacenar energía. En consecuencia, nos da más hambre.

Igualmente, durante los ataques las personas que sienten necesidad de comer mucho, les provoca ingerir alimentos con alto contenido calórico y carbohidratos.

Por esto, la ansiedad y la perdida del apetito se presentan si la primera hormona es la que prevalece, mientras que los atracones revelan un nivel alto de cortisol. Sin embargo, el comer mucho o poco depende en gran medida del tipo de ansiedad.

Estados de depresión largos vs cortos

Cada persona reacciona diferente en los estados de estrés. Por ello, las dos frases más comunes de quienes padecen el trastorno son: “la ansiedad no me deja tragar” y “La comida me ayuda a aliviar el estrés”.

Estos dos estados diferentes también puede vivirlos una misma persona y una teoría sobre esa razón tiene que ver con qué tan largos son los períodos de la enfermedad. Quienes padecen ansiedad o presentan un cuadro persistente de la misma, son más propensos a producir corticotropina.

Además, con el pasar del tiempo su nivel se acumula haciendo más difícil cada vez ingerir alimentos. Por el contrario, quienes tienen ataques menos frecuentes o con poca duración, tienden a buscar la calma mediante el exceso de alimentos.

El último comportamiento se desarrolla ante una situación inesperada y se piensa en el aumento del cortisol cómo su principal causa. Esas conclusiones vienen de la observación de otras enfermedades mentales, por ejemplo, la depresión. En ese caso la relación con el apetito es similar.

La ansiedad tiene diferentes consecuencias en hombres y mujeres

Así cómo el tipo de estrés sufrido por un paciente es determinante en su alimentación, también lo es el sexo. Algunos estudios apuntan a diferencias grandes en las consecuencias de la ansiedad generalizada en los hombres y mujeres.

Según las pruebas con ambos sexos se determinó que las mujeres son más propensas a consumir un número alto de calorías en ese estado. Además, la cantidad se relaciona con un índice de masa corporal alto.

Por ello, las mujeres con ansiedad están más predispuestas a optar por la vía de los atracones de comida que de suprimir los alimentos. En suma, se evidencia un aumento del índice de masa corporal en quienes sufrieron un trastorno de ese tipo por largo tiempo.

A diferencia de los hombres, que también optaron por consumir comida rica en carbohidratos y grasas, pero en menor medida. De hecho, ni siquiera llegaron a la ingesta normal según su peso.

También es evidente la diferencia a largo plazo. El sexo masculino no tiende a engordar si sufre depresión o ansiedad por mucho tiempo. Es más, los casos de pérdida del apetito son más númerosos en ellos.

La manera de enfrentar el estrés afecta el apetito

Además de los cambios hormonales, la duración de los ataques y la predisposición según el sexo, hay otra teoría sobre el por qué elegimos comer o suprimir el alimento. Esto viene relacionado con la huida y la espera nombrada antes.

Según el Centro de nutrición humana de la Universidad de Los Ángeles en California (UCLA) las dos formas de afrontar las amenazas son determinantes en este aspecto. La opción de quedarse a enfrentar los problemas está relacionada con la calma y es la que toma un número mayor de personas.

Son ellos quienes aumentan su ración. Esto nos permite generar un mayor número de proteínas en caso de tener un enfrentamiento físico.

Por otro lado, un porcentaje menor opta por huir y sus niveles de estrés se incrementan por no tener una resolución pronta del conflicto. A ellos les preocupa estar listos en cualquier momento para salir corriendo. Por eso dejan de lado muchas tareas, entre ellas comer.

Conclusiones

El trastorno de ansiedad produce alteraciones en la alimentación, principalmente por el descontrol hormonal. Sin embargo, el sexo, el tipo de depresión y la forma de afrontar los problemas también tiene influencia en el aumento o disminución de la ingesta. Además de esto, es probable que una misma persona experimente ambas consecuencias.

De esta manera, la ansiedad y apetito están relacionados. Esperamos haber aclarado un poco las diferentes causas de ese descontrol. Además, te recordamos que nuestros especialistas en Psiquiatra Marbella están a la disposición para ayudarte a lidiar con la ansiedad. Consulta más entradas sobre el tema en nuestra web.

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